Es un pulverizador centrífugo muy sencillo, en el que el liquido cae por la fuerza de la gravedad desde un depósito colocado a la espalda del usuario, de 5 ó 10 litros de capacidad, hasta un disco que gira a unas determinadas revoluciones, accionado por un pequeño motor eléctrico, alimentado por dos pilas convencionales. El liquido se difunde por el disco, siendo la fuerza centrífuga, la que hace que salga despedido tangencialmente y formando una población de gotas, las cuales caen en parábola distribuidas en una corona circular de 120 cm. de diámetro aproximadamente.
Condiciones esenciales para un buen uso son: El perfecto filtrado para evitar obstrucciones, la buena calidad de las pilas que mueven el motor y la aplicación exclusiva de herbicidas propios de esta técnica.